CUENTO: La mañana que te fuiste

Era templado el clima de aquella noche cuando suspiró y miró al cielo diciendo:
- no es posible que las cosas aparenten normales de esta manera, no puedo continuar el encierro así.
Ella era demasiado. El no podía curar su mal genio. Alfombrada la habitación con colores vivos y naturaleza muerta, entraron para disimular su amor frente a aquellos que no sabían nada de aquel encuentro. La habitación de al lado sonaba un coro versionando canciones populares brasileras. Un atril lleno de partituras que sonarían toda la noche para acondicionar el deseo de amor de ambos. La habitación se encontraba en un primer piso, abajo funcionaba un aula donde se escuchaban violines, guitarras, sonrisas y amarguras. El director siempre estaba al tanto de aquellos suspiros que gemían cerca del lugar, pero nunca freno su batuta. La complicidad se hacia cada vez mayor.
El coro interpretaba obras que ambos conocían y sumaban más adrenalina al encuentro. Esa noche no hubo frenos en el camino del amor y ambos entregaron todo de si para dejar en el tiempo y en aquella habitación descansaron. Al otro día un relámpago sonó cerca del campo. La mañana se notó extraña en ese despertar. Al abrir los ojos el notó una ausencia en el ambiente. Se levanta. Va hasta la cocina. Sube de nuevo a la habitación y no hay sombra alguna de su amada.
Baja y se dirige a la cocina a tratar de entender cual habrá sido el motivo de la ausencia. Se sirve un café, lee el diario y en el divisa el titular de un articulo que le resulto demasiado frío y complicado de entender: “Buscan a la mujer que abandonó su vida hundiéndose en un arroyo”. Una brisa abrió la ventana del costado, tiró del atril las obras versionadas y la habitación se enmudeció.
Al salir de la habitación cruza el patio para ir hasta el frente de la casa. Corre algunos muebles viejos que estaban bajo una Jacaranda que hace ya bastantes años que se mantiene intacto. No hay rastros de ella en toda la casa. Buscó en el patio de atrás, busco una y otra vez arriba para ver si había alguna nota dejada. Efectivamente. Atrás de un jarrón con rosas amarillas había una nota que decía:

No es posible que sigas diciendo que las cosas son normales de esta manera, no puedes seguir así. Noto en tu rostro sombras que no me permiten observar de verdad cual es el verdadero brillo de tus ojos. No puedo renunciar a mi sueño de libertad y decir que tú estas allí para cuidarme suenan burbujas repletas de aire que desesperadamente buscan reventar para el alivio de mi suspiro. Nuestro amor está repleto de mentiras que no puedo ocultar por mi odio y temor a las sombras que tu, alma gemela, tapan tu rostro. No busques mas mis manos, no habrá mas caricias de ellas para con las tuyas. Es como una habitación repleta de agua y barro mi amor por ti. El lugar a donde puedes encontrarme no esta lejos pero tienes que jurar que si eres fuerte podrás soportar cualquier angustia que se cruce en tu camino. Mi amor siempre ahondara por ti, mi cuerpo ya dejado.

Maravillado por lo que acababa de leer, Armando no entendía ni una sola palabra y no comprendía la razón de la ausencia de Cristalina.
Otro fuerte trueno retumbo en la habitación y ambos despertaron. Armando había soñado con su amada que reposaba desnuda a su lado. El, con un gesto muy de caballero acaricia el rostro de Cristalina con el lado exterior de su mano derecha descubriendo el cabello de su cara. Al abrir los ojos Cristalina atinó a decir:

Es como una habitación repleta de agua y barro mi amor por ti. El lugar a donde puedes encontrarme no esta lejos pero tienes que jurar que si eres fuerte podrás soportar cualquier angustia que se cruce en tu camino. Mi amor siempre ahondara por ti mi cuerpo ya dejado.

Un relámpago llenó de luces la habitación y Armando despertó otra vez para saber que a su lado solo encontraría la ausencia de Cristalina, ella fue tan clara que convirtió en luz aquella sombra del olvido. Aquella mañana que te fuiste el río dejó de circular cerca de los corales y no hubo nadie a quien devolver el olvido.

Espero que les guste...De propia autoria